miércoles, 2 de agosto de 2017

Origen



Solo soy un cachorro que ha olvidado
que su madre es hija de las estrellas.

viernes, 8 de junio de 2012

¿Quién llama?

Acabé mi exigua ensalada, me había propuesto cenar ligero de cara al verano, me levanté de la mesa y metí el plato, el vaso y los cubiertos en el lavavajillas, antes les di un agua porque ahora que estoy sola tarda varios días en llenarse y si no les quito un poco los restos, se resecan y luego no salen.
Saqué un yogur de manzana y me fui al salón a comerlo mientras me ponía un capítulo de Breaking Bad, me estaba gustando la serie, aunque ya había perdido buena parte del interés que había suscitado en mi su comienzo.
Me estaba acomodando cuando sonó el timbre...Que raro, pensé ¿quién será a estas horas?Extrañada, me acerqué a la cocina, menos mal que el telefonillo tiene cámara, pensé, así no tengo que abrir a nadie que no me apetezca ver, en mi anterior piso no había visor y cuando respondía ya era tarde para fingir que no estaba en casa...El visor estaba iluminado y en la oscuridad de la cocina pude distinguir perfectamente la cara de quien llamaba a mi puerta...Era yo.

viernes, 1 de junio de 2012

Yo te quería

Yo te quería porque me cuidaste cuando estuve enferma
me hiciste la comida y te levantaste temprano a tomarme la fiebre
a pesar de que no te gusta madrugar
te preocupabas de que tomase el antibiótico
me dabas besos en la frente
yo me encontraba muy mal
sola, mi familia estaba lejos
era un momento importante en mi vida
tu me cuidabas
estaba enferma y tu estabas ahí
a mi lado
me hacías sentir querida.
Intenté mostrarte gratitud
creía que entendías que te quería
pensaba que tu me querías a mi también
éramos familia.
Todo mentira...
nunca me quisiste, solo te quieres a tí
odias todo lo que cuestiona tu actitud.
Yo no te odio
no creo que puedas ser algo distinto de lo que eres
tu vida ha sido dura
y no has sabido llevarla
te has refugiado en ciertas cosas y en ciertas sustancias
y te has vuelto desconfiada, desequilibrada
incapaz de querer sin más
incapaz de creer que te quieren.
Yo me siento un poco más sola
pero más tranquila.
Ahora ya nadie malinterpreta lo que hago
la mayoría de la gente es agradecida
y no está loca.

domingo, 12 de junio de 2011

Menaje

Cada dia tengo más piezas de menaje en el armario de mi cocina.
Mi abuela me regalo una vajilla, mi madre me dió otra, yo ya tenia una de pocas piezas y mi pareja tenia una hecha con los restos que quedaban de varias que había tenido antes.
Además de vajillas él también trajo unas cuantas tazas para el té, vasos, copas, sartenes, un juego para hacer queimada, e incluso uno para servir el sake...
Luego su madre nos regaló un juego de 10 copas para el vino y mi hermana uno de 6 copas de cognac, que usamos para los gin tonics.
Un día compramos una cubertería sencilla para tener cubiertos de sobra y su padre nos regaló un juego de cuchillos de cocina, que son increibles para cortar, y poco después nos regaló otra cubertería. Posteriormente mi madre nos dio una muy buena que le había regalado el banco, esa la guardo para cuando hay invitados.
Tenemos un juego de café que le dieron a mi madre y nos lo regaló pero nunca lo usamos, las tazas son demasiado pequeñas, mi pareja ya tenia parte de otro y la vajilla que me dio mi abuela incluía otro de 6 piezas del que ya faltan 2.
Una vez compramos 4 vasitos de te de esos árabes decorados con pintura brillante y ya solo nos queda 1.
Su hermana nos regaló un completo juego de cazuelas que se sumaron a las pocas que ya teníamos y yo compré un wok en Ikea que se quemó y tuve que tirar porque las verduras se quedaban pegadas, posteriormente compré otro antiadherente que ya está descascarillado y también se pega la comida.
También tenemos un sinfín de tapers de diversas procedencias, algunos no son nuestros y otros que eran nuestros no sabemos donde habrán quedado.
Tengo muchas piezas, cada una pertenecía a un conjunto diferente, pero ya no hay un solo juego completo de nada...Todo se ha ido rompiendo, quemando, mellando, incluso desapareciendo sin más.
Sin ir más lejos, ayer una balda del armario cedió cuando mi hermana estaba sacando unas copas y se rompió una de las de cognac y 2 de vino junto con 2 de los vasitos de sake.
La mayoria de cazuelas y sartenes ya han perdido su capa antiadherente y me resisto a tirar algunos vasos y platos con grietas, pese a saber que hay un relativo peligro al usarlos.
A veces siento tentaciones de deshacerme de todos esos viejos cacharros y cambiarlos por juegos nuevos y completos de cosas, pero se que acabaría ocurriendo lo mismo con ellos. No creo que pueda hacer nada para evitarlo, siempre quedarán restos de cosas más grandes que un día estuvieron completas...Es la vida.

jueves, 7 de abril de 2011

Es tarde

Sentiras que aún queda tiempo
justo hasta que te des cuenta
de que ya es demasiado tarde.

miércoles, 9 de junio de 2010

Muerte

El día que te mueras
no me seguirás viendo desde el cielo
no existirá la duda...
Yo no me reuniré contigo en otra vida
no hay ninguna esperanza
Volverás donde estabas cuando no habías nacido
...a la nada
será como si nunca hubieses estado
...a mi lado
No quedará presente, ni futuro contigo
quedarán los recuerdos
...intangibles, deformes, dolorosos...Nada
El dia que te mueras, habrás muerto.

jueves, 13 de mayo de 2010

Gato II

No se por qué lo hice, pero el caso es que "eso" ocurrió y nunca lo podré borrar de mi mente, así que creo que es mejor sacarlo de ese rincón donde lleva años enterrado y sólo sale a pasear de noche, en mis pesadillas.
Debía tener yo unos 8 años o la edad que se tenga en 3º de E.G.B cuando pasó.

Siempre me gustaron los animales, en especial los gatos, eran seres preciosos, me despertaban admiración y cariño, nunca me habían dejado tener uno en casa y creo que por eso me gustaban más.

En el barrio había varios gatos, como vivía en un pueblo, los felinos tenían dueños pero hacían excursiones campestres durante el día, muchos acudían con cierta frecuencia al huerto de mi abuela o a mi jardín, algunos hasta se dejaban acariciar. La vecina de enfrente tenía un siamés precioso, Jasán, me hubiese hecho muy feliz tener uno igual por aquel entonces.

Entre todos esos adorables felinos había uno que despertaba en mí un sentimiento muy distinto. Era un gato negro, pequeño, muy flacucho y medio sarnoso, era manso, dejaba que te acercases a él, incluso se dejaba tocar mientras comía. Extrañamente no me producía la más mínima ternura, nunca intenté alimentarlo o acariciarlo, me resultaba asqueroso. No consigo entender por qué aquel animal me producía aquel sentimiento, era sólo un gatito, un cachorro y yo era una niña que adoraba los gatos, no lo veía tierno, su comportamiento y aspecto me horrorizaban, me gustaría entender por qué, todo es demasiado lejano, mi recuerdo es demasiado borroso...

Lo llamábamos Miserias, pobre animal, recuerdo que no gustaba a los niños, nunca supe de quién era. Es probable que no tuviese dueño y la necesidad de comida lo hubiese obligado a comportarse mansamente.

Un día se me ocurrió una idea: matarlo, y lo hice, no fue en absoluto premeditado, sólo vi la ocasión.

Mis padres habían ido a pasear y yo me había quedado en casa con mi abuela, estaba jugando en la terraza con mis barbies, me asomé por la ventana y vi a Miserias maullando en el prado al que daba la parte trasera de mi casa, quería comida, yo le quité el hambre.

Bajé rápida y sigilosamente al prado con un trozo de jamón york, cogí también una piedra de las muchas que tenía mi padre en la carbonera, lo hice todo con cuidado para que mi abuela no se enterase.

Abrí la puerta del sótano, que comunicaba con el prado y llamé al gato: Mish, mish enseñándole el trozo de jamón, lo tiré en el suelo y cuando agachó ansiosamente la cabeza para comerlo se la aplasté con la piedra. Fue muy rápido y apenas sangró, se quedó muerto con la boca y los ojos entreabiertos, la sangre empezó poco a poco a empapar el pelo detrás de una oreja. De pronto me paralizó el miedo, no sabía qué hacer con el cuerpo inerte, no tenía tiempo de cavar en el huerto para enterrar el cadáver, lo metí en el sótano y subí corriendo a por una bolsa, lo metí dentro para que no pingase sangre y lo escondí en una caja de herramientas casi vacía de mi padre, el cuerpecito estaba aún caliente y pesaba. Recuerdo que me pareció demasiado pesado para su pequeño tamaño. Tiré la piedra, que tenía un poco de sangre, al prado del vecino y subí a seguir jugando con las barbies.

Menos mal que nadie se había dado cuenta, tardé muy poco, no más de cinco minutos, pero ahora tenía un problema, qué hacer con el gato muerto.

Enterrarlo sería imposible, necesitaría mucho tiempo a solas, en el prado, para poder hacerlo, y siempre que jugaba en el prado mi abuela miraba cada poco por la ventana de la terraza para ver si estaba bien.

No podía tirarlo a la basura, ni al contenedor, porque me vería todo el mundo, me invadió un terrible sentimiento de angustia, me sentí atrapada. Sabía que lo que había hecho estaba mal, aunque no me sentía culpable en absoluto.

De pronto supe qué hacer, me sentí muy aliviada, lo metería en la mochila y lo echaría en la basura del colegio, cuando lo encontrasen nadie lo iba a relacionar conmigo...Menos mal que había tenido esa idea.

Bajé otra vez al sótano con mi mochila del cole, saqué la bolsa con el gato de la caja y la metí en el fondo de la mochila, me sorprendió que se había puesto muy rígido, la tapé con el estuche y los libros, ocupaba muy poco.

No recuerdo nada más de ese día, al día siguiente fui al servicio femenino del personal del colegio antes de entrar en clase, como mis madre era maestra y llegábamos antes de que tocase la sirena siempre me dejaban usarlo. Dejé la bolsa en el cubo de la basura, eché bastante papel higiénico para taparla y me olvidé del asunto. Nadie dijo nada, así que es probable que nadie percibiese la bolsa con el gato, el olor era imperceptible aún y de haber empezado a pudrirse se habría confundido con el de las compresas y tampones usados.

Nunca he podido olvidar lo que hice, pero nunca he conseguido sentirme culpable por ello, lo único que me gustaría es entender qué me movió a hacerlo y por qué no sentí remordimientos.

Sólo ahora que me he alejado lo suficiente de aquella niña y de aquel gato he llegado a sentir una enorme repulsión por mi acto, pero no puedo comprender por qué no la sentí antes.